«No se puede eliminar de un plumazo la financiación que busca la acción excelente en innovación porque estaremos destruyendo la crisálida antes de que nazca»
La Comunidad Valenciana siempre se ha caracterizado por ser una tierra de cultivo de talentos y emprendedores. Una tierra próspera y fértil que ha servido de germen a empresas de base tecnológica y de emprendedores históricamente ricos en ideas, talento, entusiasmo, compromiso y amor a sus preciosas raíces que hoy están pasando por una de las más terribles sequías de su historia. Tengo grandes amigos con un talento extraordinario en la bellísima Comunidad Valenciana y sé directamente por ellos de las enormes dificultades que están pasando por esta sequía indecente. Una sequía que afecta directamente a la capacidad de innovación de empresas y emprendedores por la agonía de financiación que vive el sistema valenciano de I+D+I con sus 14 institutos tecnológicos.
Esta enfermedad, en estado casi terminal, que afecta a los centros tecnológicos supondrá una amenaza letal que podría implicar, a medio y largo plazo, un atroz declive de la economía valenciana, ya que si no hay sitio para la I+D+I tampoco lo hay para labrar un futuro que garantice la sustentación de su tejido industrial. Lo que está ocurriendo con los centros tecnológicos de la Comunidad Valenciana está resultando traumático para sus empresas. Tras 30 años de siembra para crear un reconocido sistema de innovación-economía-empresa ahora se echa ácido sobre la tierra, corriendo el riesgo de dejarla yerma de por vida.
Decir que sin innovación no hay futuro es posiblemente una obviedad. Pero lo verdaderamente obvio de la situación es que si por una gestión de cara a la galería se coarta la capacidad de innovación del tejido valenciano se está quitando la sangre a un cuerpo. Un cuerpo actualmente anémico que de seguir así unos meses más acabará engrosando la lista de bajas de centros tecnológicos que no verán la luz en septiembre.
Cuesta creer como una tierra que ha cultivado siempre el talento y la genialidad es capaz de asfixiar de esta manera a sus propios hijos. Especialmente cuando siempre ha podido presumir de ser una región con una altísima experiencia en artesanía (cerámica, óptica, calzado…) que gracias a la labor de los centros tecnológicos de REDIT han introducido la tecnología en su día a día, han propiciado una alta competitividad histórica y han puesto a la Comunidad Valenciana y a España en posiciones competitivas de privilegio a nivel mundial.
En uno de mis últimos libros establezco un símil entre la psicología y la economía, lo que yo llamo “psiconomía”. Estas dos ciencias están íntimamente ligadas entre sí de manera que si una de las dos se ve mermada tira de la otra. En la medida en la que se está constriñendo la financiación se está limitando la capacidad innovadora que se alimenta de creatividad, de optimismo y de las buenas ideas. La psiconomía parte de la raíz etimológica “psiqué” (mariposa) que a su vez en griego es “crisálida”. Casualmente crisálida es la raíz de la palabra crisis. Paradójico cuanto menos. Precisamente esto es lo que se está produciendo en la economía valenciana. No se puede eliminar de un plumazo la financiación que busca la acción excelente en innovación porque estaremos destruyendo la crisálida antes de que nazca. Ojalá quienes deciden cómo gestionar los recursos sepan alimentar con criterio el futuro de esta bellísima gente y tierra.
Fuente: El País